Filosofía y educación

Sobre la edición de las obras de Josef Pieper

*RAFAEL ALVIRA

Anuario Filosófico, 2002 (35), 223-227 223

Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra

Few Philosophers have been able to give to their work a deep an wise visión of the world applicable to everyday existence. Among them we find Joseph Pieper, extraordinary writer and philosopher whose works (edited by Berthold Wald) confirm his socratic character of wisdom lover (filo-sophos).

Berthold Wald, profesor de Filosofía de la Universidad de Paderborn y discípulo de Josef Pieper, ha tomado a su cargo la edición de la obra del inolvidable maestro münsterano. Están planeados ocho volúmenes, de los que han salido ya seis, editados por Félix Meiner en Hamburgo. El primero de ellos vio la luz en 1995y el último hace tan sólo unos pocos meses. Cabe esperar, por tanto, que en un máximo de tres años la edición completa estará terminada.

Todos los volúmenes están muy cuidados y muy pulcramente presentados. Cada uno contiene un epílogo del editor, las indicaciones editoriales, la lista con la referencia de las ediciones originales, la lista de abreviaturas de las obras de Tomás de Aquino y el  índice de personas citadas.

Están contenidos todos los libros publicados en vida por Josef Pieper, así como la mayor parte de los artículos, comunicaciones, conferencias y escritos diversos, que el maestro escribió en lengua alemana. Se incluyen, entre ellos, un no pequeño número de inéditos, algunos de los cuales son extensos manuscritos de sus lecciones.

Los epílogos del editor son breves y sustanciosos. Al editor  pertenece también la ordenación general de la obra, que sigue una línea temática en los volúmenes, y una cronológica dentro de los epígrafes. En conjunto, todo está hecho con mucho acierto y seriedad científica.

El contenido merecía la dedicación del editor, y hay que agradecérselo, pues pone en nuestras manos en forma ordenada, y fácil de leer desde el punto de vista material, unos textos de extraordinaria riqueza.

Ellos se corresponden con el carácter no menos extraordinario de su autor. Josef Pieper (1904-1997) fue catedrático de Antropología Filosófica de la Universidad de Münster. Académico de diversas academias, profesor y conferenciante invitado en los cinco continentes, múltiples veces premiado, fue además -se podría tal vez decir, sobre todo- un escritor excepcional.

De la calidad literaria de sus escritos -de los que se han vendido bastante más del millón de ejemplares, en múltiples lenguas da fe el que, ya antes de morir, el Archivo alemán de Literatura -Deutsches Literaturarchiv- de Marbach am Neckar, se ocupara de pedirle el envío de todos sus manuscritos. Aún recuerdo el paseo por la zona cercana al Aasee, en Münster, en que me lo contó. De su calidad filosófica da testimonio el número y, sobre todo, la relevancia de las Universidades que se disputaron su presencia, y de las editoriales de diversos países que publicaron sus obras.

Josef Pieper fue un extemporáneo normal. Una persona llena de interés por el mundo en que vivía, amable, abierto al diálogo, deportista moderado, amante del arte, orador magnífico, y, con todo, alguien que no se conformó con su época.

Sus clases y seminarios estuvieron abarrotados hasta que decidió dejarlos, con noventa y dos años. Recuerdo que a finales del 96, pocos meses antes de su fallecimiento, fui a verlo a su casa del Malmedyweg 10, en Münster. Hacía algún tiempo que no estaba con él y, dada su edad avanzada, no quería que pasara más tiempo sin rendirle una visita. Sabía que seguía bien de salud y con gran éxito universitario. Nada más saludarnos, le pregunté por sus clases. «Hace ya un semestre que las he dejado», me dijo, «Sabe usted, hay que saber retirarse a tiempo».

Él tenía esa rara capacidad de expresar lo profundo con sencillez y siempre en relación con la vida. Eso le ganó el aplauso de un amplio público culto, y, a la vez, el distanciamiento de algunos que entendían la ciencia como algo más seco y externamente erudito.

Sin embargo, Josef Pieper era un hombre de gran solidez científica, pero que encarnó además -algo que fue más bien raro en el siglo XX- la dimensión de sabiduría que clásicamente se atribuía al filósofo. Pieper fue un hombre sabio, y eso se trasluce en sus escritos, que son -como señala Wald en su epílogo al volumen 2- los de uno de los pocos pensadores de ese siglo que estaban convencidos de la relevancia histórica de Tomás de Aquino para nuestro tiempo.

Pieper siempre consideró a Tomás de Aquino -y así lo señaló expresamente muchas veces- como su principal maestro. Para él, el de Aquino no era una figura egregia del pasado, sino que guardaba grandes riquezas de sabiduría aprovechable en todo tiempo y, por tanto, en el nuestro. Fue sin duda uno de los grandes tomistas del XX, pero, también aquí, extemporáneo. No seguía los cánones estilísticos habituales en esa Escuela.

Es sus escritos, se combinan las citas del Aquinate con las de otras múltiples figuras de la literatura, la filosofía de todos los tiempos, la religión, la política, el arte. Y todo ello con un estilo terso, limpio y de serena belleza. Su lectura es sencilla y agradable, todo parece fácil. Y, con todo, el que quiere traducirle correctamente se encuentra de modo inesperado ante una tarea sumamente difícil. Ello se debe a que en Pieper, como siempre en los clásicos, cada palabra, cada frase, cada acento, está cuidadosamente pensada y trabajada. Como botón de muestra: el libro sobre el concepto de pecado lo reescribió once veces -a la vez que impartía su contenido en clases y seminarios- antes de darlo a la estampa. Así se explica también su inclinación a escribir obras casi siempre breves.

Todas reunidas, como aparecen en esta edición, llenan, con todo, ocho amplios volúmenes. Los dos primeros van dedicados, uno al ya mencionado Tomás de Aquino (el segundo) y otro -aún en preparación- a otro de los autores favoritos de Pieper: Platón. El tercero recoge los escritos dedicados al concepto de filosofía, entre los que se encuentran piezas tan bellas como ¿Qué significa filosofar? y En defensa de la filosofía. Los volúmenes cuarto y quinto contienen un núcleo destacado y relevante de la obra. Agrupan los escritos dedicados a la antropología filosófica y a la ética. El primero de ellos lleva por título «Das Menschenbild der Tugendlehre» y presenta unidos los tratados sobre las siete virtudes clásicas -las cuatro cardinales y las tres teologales-, que nunca habían aparecido reunidos en el original alemán. Habían sido publicados así sólo en lengua española (Las virtudes fundamentales. Rialp, Madrid) y se trata de una edición de la que -como él mismo me comentó- el autor estaba muy satisfecho.

El segundo se titula «Estructuras fundamentales de la existencia humana» y contiene algunos de los escritos más tempranamente traducidos al español, como «La realidad y el bien», «La verdad de las cosas», «Sobre el concepto de pecado» y «Muerte e inmortalidad».

El sexto volumen recoge los escritos de filosofía de la cultura. Se trata de piezas maestras, llenas de profundidad, originalidad y actualidad. Tal vez, de lo más característico suyo, y con un valor incalculable para nuestra sociedad. «Una teoría de la fiesta», «Felicidad y contemplación», «¿Qué significa académico?», «Abuso del lenguaje, abuso de poder», «Sobre el silencio de Goethe», etc. Este volumen debería ser de lectura obligada entre el público culto.

El volumen séptimo se dedica a los escritos de filosofía de la religión. Es de los que más páginas contiene -649- y en ellas están encerrados torrentes de sabiduría. Tanto para el que reflexivamente quiere acercarse a la religión cristiana, como para el que la desea vivir con seriedad, sabiendo qué cree y a qué institución pertenece, estos escritos son de un interés muy grande. La mayor parte de los textos son bastante breves, y entre ellos hay obras maestras como «Sobre la dificultad de creer hoy», «Signo y símbolo como lenguaje de la fe cristiana», o «¿Qué es una iglesia?».

El último volumen -aún sin aparecer- contendrá una Miscelínea, junto a los índices y la bibliografía general.

Como se puede ver en esta sucinta descripción, Josef Pieper habla siempre de temas que nos afectan vitalmente, que los encontramos -los vivimos- en nuestra existencia diaria. En el estudio de cada uno, convierte lo que para muchos era trivial y sin color en maravillas de profundidad y belleza. El no es el vendedor ambulante -como no pocos escritores- que reclama la atención con bagatelas y brillos superficiales, ni el estudioso más preocupado por exponer todo lo que sabe que por decir algo útil al lector. Es más bien un socrático del siglo XX -y, como Sócrates, extemporáneo- que busca siempre traducir la seriedad científica en sabiduría, para hacer después que ésta sea útil para la vida del lector. Este socratismo implica siempre tanto la atención al momento en que se vive, como el rechazo de toda forma de compromiso en contra de

la verdad.

Por eso quedó fuera de lugar en época nazi, por eso acabó quedando fuera de lugar en un occidente progresivamente corrompido, y por eso incluso se convirtió en un outsider en muchos ambientes del postconcilio católico.

Debemos felicitarnos por el trabajo de Berthold Wald, esperar la pronta aparición de los dos volúmenes restantes, y quizá también la de algún añadido con escritos en otros idiomas –Pieper escribía directamente en inglés, por ejemplo-, etc. Hay que felicitar también a Ediciones Encuentro, de Madrid, que ha tenido la espléndida idea de traducir la obra al castellano, y que ha puesto ya dos volúmenes en manos de los lectores. Ojalá que sean cada vez más los que se cuenten entre ellos. Sacarán grandes beneficios y gozarán de verdad con la lectura de unos textos deliciosos.

Rafael Alvira

Departamento de Filsofía

Universidad de Navarra

31080 Pamplona España

ralvira@unav.es

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