Filosofía y educación

Informe sobre la obra El ocaso de la edad moderna de Romano Guardini

Centro de Estudios Paideia/Politeia

Décimo Sexta Sesión: Viernes 21 de Agosto de 2009 – 9.30 a 13 horas.

Lectora: Pablo Santiago Furlotti

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En el marco del proyecto República, Escuela y Democracia. Paideia/Politeia del Homo Sapiens-

Amans al Homo Patiens-Amans, la obra que se analiza en este trabajo se ubica dentro del Segundo módulo: Metamorfosis histórica de República, Escuela y Democracia , en el apartado titulado Paideia/Politeia. De la tragedia del egoísmo a la Civilización del amor .

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Introducción: datos biográficos1 y nociones generales sobre el pensamiento de Guardini

1. Guardini nació el 17 de febrero de 1885 en Verona, Italia. Un año después su familia se

trasladó a Maguncia, Alemania, donde él culminó el bachillerato en 1903. Comenzó luego la carrera

de química y más tarde la de economía política, sin terminar ninguna de ellas. En 1906 empezó a

estudiar teología y unos años después ingresó en el Seminario Conciliar de Maguncia, ordenándose

sacerdote en 1910. Después de unos años de trabajo pastoral, Guardini obtuvo una beca para estudiar

en Friburgo, concluyendo en 1915 con una tesis doctoral dedicada al pensamiento de San

Buenaventura. En la ciudad de Friburgo tuvo como compañero de estudios a Martín Heidegger.

2. Después de realizar su doctorado, Guardini se dedicó a la tarea pastoral, dirigiendo con

gran éxito un movimiento juvenil. De 1920 a 1922 escribió en Bonn su tesis de habilitación

centrándose nuevamente en el pensamiento de San Buenaventura.

3. En el año 1922, Guardini comenzó su carrera académica como docente privado en Bonn.

Entabló contacto con el llamado círculo de Scheler y se contactó con Martín Buber. En 1923 fue

llamado por la Universidad de Berlín para ocupar la cátedra de Filosofía de la Religión y Visión

Católica del Mundo, creada expresamente para él. Los nacionalsocialistas suprimieron esa cátedra en

1939 y Guardini abandonó transitoriamente el ámbito académico. No obstante, permaneció activo

como escritor y predicador durante aquel tiempo.

4. Fue en 1948 cuando recibió un ofrecimiento desde Munich con el fin de ocupar una

cátedra. Tras el rechazo de ofertas académicas anteriores, Guardini aceptó enseñar en la universidad

de Munich y trabajó allí hasta obtener el rango de emérito en 1962. Por sus trabajos y méritos recibió

1 Cf. SCHREIJÄCK T., Romano Guardini (1885-1968): su obra filosófica en CORETH E., NEIDL W. y

PFLIGERSDORFFER G. (Eds), Filosofía cristiana (Tomo III), Encuentro, Madrid, 1997, pp. 189-203. Para un estudio

más amplio respecto a la vida de Guardini, cf. LÓPEZ QUINTÁS A., Romano Guardini, maestro de vida, Palabra,

Madrid, 1998.

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numerosos e importantes reconocimientos tanto nacionales como internacionales. El día uno de

octubre de 1968 murió en Munich.

5. El pensamiento de Romano Guardini es difícil de ubicar en alguna de las líneas más

conocidas de la filosofía contemporánea2. Algunos investigadores lo ubican dentro del personalismo3

y del existencialismo4, otros prefieren asociarlo a la filosofía dialógica y otros, en cambio, no lo

consideran un filósofo sino mas bien un teólogo5. La razón de estas discrepancias radica en que

Guardini, aun cuando se había formado académicamente en teología, abordó muchos temas de orden

filosófico y elaboró su propio pensamiento sobre la base de múltiples investigaciones dedicadas a

pensadores muy diversos.

6. La obra que nos ocupa fue publicada en el año 1950 con el título Das Ende der Neuzeit,

(literalmente: El fin de la edad moderna ). José Gabriel Mariscal, traductor de este libro de Guardini

al español para ediciones Cristiandad 6, aclara en una nota a pie de página que ha traducido el

término alemán Neuzeit por Edad moderna y a veces por modernidad . Lo que el lector debe

advertir continúa Mariscal es que Guardini no se refiere a la edad moderna entendida como el

período que va desde la caída del imperio romano oriental, o desde el descubrimiento de América,

hasta la revolución francesa. Esta última constituye una de las cuatro edades en que se periodizó

convencionalmente la historia universal para facilitar su estudio. En cambio, a lo que Guardini hace

referencia con el término Neuzeit es a una etapa de la cultura occidental que se extiende

aproximadamente del Renacimiento (siglo XV) hasta la primera mitad del siglo XX.

7. Guardini señala al inicio de El ocaso de la edad moderna que algunas partes de su trabajo

habían sido escritas anteriormente con motivo de cursos y conferencias. Además, advierte que las

reflexiones vertidas a lo largo del escrito guardan estrecha relación con obras anteriores: Cartas del

lago Como7, Mundo y persona8, Libertad gracia y destino9. Por otro lado, un año después de la

publicación de El ocaso de la edad moderna, Guardini publica El Poder y señala en la introducción

que ese trabajo está estrechamente ligado con la obra que ahora nos ocupa, tal es así que podría

considerársela en muchos puntos como su continuación.

ANÁLISIS DE EL OCASO DE LA EDAD MODERNA

I. La imagen del mundo en la edad antigua y en la edad media

2 Para un estudio más profundo del pensamiento filosófico de Guardini, cf. LÓPEZ QUINTÁS A., Romano Guardini y la

dialéctica de lo viviente, Cristiandad, Madrid, 1966; LÓPEZ QUINTÁS A., La verdadera imagen de Romano Guardini,

Eunsa, Pamplona, 2001.

3 Cf. BURGOS J. M., El personalismo, Palabra, Madrid, 2000, pp. 128-135.

4 Cf. LEOCATA F., Del iluminismo a nuestros días, Ediciones Don Bosco, Bs. As., 1979, p. 262.

5 Cf. SCHREIJÄCK T., Romano Guardini (1885-1968): su obra filosófica en CORETH E. y otros, Filosofía cristiana

(Tomo III), p. 192.

6 Cf. GUARDINI R., El ocaso de la edad moderna, en Obras I, Cristiandad, Madrid, 1981. Existe también una

traducción de esta obra de Guardini realizada por José María Hernández, cf. GUARDINI R., El fin de la modernidad.

Quien sabe de Dios conoce al hombre, PPC, Madrid, 1996.

7 Cf. GUARDINI R., Cartas del lago de Como, Dinor, San Sebastián, 1957.

8 Cf. GUARDINI R., Mundo y persona, Encuentro, Madrid, 2000.

9 Cf. GUARDINI R., Libertad, gracia y destino, Lumen, Bs. As., 1994.

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8. Romano Guardini comienza sus reflexiones señalando que tanto el hombre antiguo como el

medieval, conciben el mundo como una obra limitada, como una realidad con fronteras bien

determinadas. No poseen la idea de universo infinito o de espacio ilimitado que será tan común a

partir de la modernidad, gracias al avance científico. No obstante, aun cuando exista esta similitud, se

dan notables diferencias entre la antigüedad y el medioevo.

9. El hombre antiguo10 no trasciende los límites del mundo, pues este es considerado como un

todo fuera del cual nada existe. Es por ello que la cuestión de la existencia de algo fuera de él está

ausente. Incluso los dioses están dentro del mundo, ya que no se concibe la idea de un ser supremo

totalmente trascendente.

10. Guardini señala que los filósofos que intentaron referirse a un absoluto-divino perfecto no

han logrado salir de los límites del mundo. Así el ser puro de Parménides constituye una reducción

de la multiplicidad de la experiencia a un principio permanente. El bien que Platón ubica más allá

de la ideas no es más que el elemento eterno del mundo. El motor inmóvil de Aristóteles, el cual

mueve permaneciendo inmutable, no traspasa las fronteras del mundo. El Uno de Plotino es sólo la

fuente de la que mana necesariamente la multiplicidad de lo existente.

11. En la edad media, la imagen del mundo se transforma11. El hombre medieval cree en la

revelación bíblica que le proporciona la certeza de una realidad divina ubicada fuera del mundo y por

encima de este. Dios está en el mundo conservándolo y plenificándolo, pero no pertenece a él; Dios

ama al mundo, pero no depende de él, ni lo necesita.

12. Según Guardini, la soberanía divina se manifiesta fundamentalmente en el acto creador.

Dios, libre de toda necesidad interna y sin contar con elementos preexistentes, constituye libremente

el mundo a partir de la nada mediante su infinita omnipotencia. Esta noción auténtica de creación,

sólo tiene lugar en la Biblia ya que en todas las demás concepciones, el comienzo del mundo es

relatado como una acción configuradora de los dioses que parte de realidades ya existentes.

13. En cuanto a la imagen del mundo en la edad media, continúa siendo la ptolemica pero con

un carácter totalmente nuevo que viene dado por la doctrina bíblica sobre la soberanía de Dios, su

poder creador y su gobierno providente. La totalidad del cosmos es considerada como una enorme

realidad esférica en cuyo centro se sitúa la tierra y alrededor de ésta se encuentran los cuerpos

celestes. Por encima de todo se halla el trono de Dios y en el centro de la tierra, como polo opuesto,

el infierno. Guardini cita, como ejemplo de esta cosmovisión, La divina comedia de Dante.

14. El mundo adquiere un valor simbólico metafísico-religioso. La totalidad de los seres

manifiestan a Dios, a su modo. Los diversos grados de existentes están en estrecha relación unos con

otros y constituyen así un magnífico orden. El ser humano, imagen de Dios, reúne en sí, de alguna

manera, todos los componentes del universo constituyendo un auténtico microcosmos.

15. En lo que respecta al ámbito del conocimiento intelectual, Guardini afirma que en la edad

media no se da un desarrollo de la ciencia experimental semejante al de la modernidad. Las obras de

los pensadores antiguos constituyen un conjunto de autoridades , especialmente las obras de

10 Cf. GUARDINI R., El ocaso de la edad moderna, en Obras I, Cristiandad, Madrid, 1981, pp. 33-37.

11 Cf. GUARDINI R., El ocaso de la edad moderna, en Obras I, Cristiandad, Madrid, 1981, pp. 37-52.

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Aristóteles. Los pensadores medievales leen asiduamente esas obras y perciben en ellas la expresión

profunda de las verdades naturales que sirven de auxiliares a las verdades de la fe y que deben ser

profundizadas, completadas e incluso corregidas a la luz de la revelación.

16. Las sumas medievales, como por ejemplo la Suma de Teología de Tomás de Aquino,

constituyen construcciones magníficas. Los pensadores medievales se sitúan frente a la realidad

como contemplativos que intentan desentrañar el significado vital y existencial de los seres creados.

En la sumas se hallan plasmados los frutos de su tarea intelectual contemplativa.

17. Guardini sostiene que la antropología medieval, considerada tanto en sus principios como

en su totalidad, es superior a la de la modernidad. Por esta razón la ética y la moral se fundamentan

en un ser considerado desde una perspectiva más integral, y la filosofía del derecho, así como la

filosofía social, establecen conocimientos importantísimos para el ordenamiento de la vida

comunitaria. No obstante, lo que no se puede negar es que el pensamiento medieval, al colocarse

bajo la orientación de las autoridades antiguas, corre el riesgo de reproducir servilmente ciertas ideas.

Si bien esto no se da absolutamente en todos los casos, tuvo lugar en algunas ocasiones.

18. En referencia a la sociedad medieval, el autor de El ocaso de la edad moderna señala la

presencia de dos instituciones entre las cuales existen notables tensiones: la Iglesia y el Imperio,

representados respectivamente en la figura del papa y del emperador. Básicamente los conflictos que

se dieron se fundamentan en dos posiciones opuestas: los emperadores intentaron someter bajo su

poder a la Iglesia argumentando que el poder de su investidura provienes de Dios, mientras que los

papas recurriendo a su autoridad espiritual exigieron la sumisión de la autoridad imperial. Según

Guardini detrás de estas tensiones aflora una idea muy relevante en el mundo medieval: Dios es el

todopoderoso y las estructuras de la existencia humana reciben de Él su soberanía y valor.

19. Un elemento importante en la configuración de la sociedad medieval es el culto. La

ordenación de los tiempos gira en torno a las fiestas litúrgicas y el espacio geográfico se ve elevado a

un ámbito sagrado por la presencia de los templos, capillas y monasterios. A esto se suman las

manifestaciones artísticas que mediante la pintura, las imágenes y la arquitectura remiten a pasajes de

la biblia y de la historia de la salvación. De esta manera el mundo medieval se transforma según

Guardini es un conjunto de símbolos que elevan la mirada hacia Dios.

20. Llegando al final de su análisis sobre el mundo medieval, Guardini indica que para

percibir claramente el valor de la edad media es preciso liberarse de las visiones prejuiciosas

deformantes propias del renacimiento y de la ilustración, así como de las visiones exaltadoras del

romanticismo. El patrón adecuado para valorar con acierto una época es analizar hasta que punto ella

permite con sus propias posibilidades el desarrollo de la existencia humana plena. Según el pensador

ítalo alemán en la edad media ello se ha logrado.

21. Desde la perspectiva de Guardini, en el hombre medieval se da un ferviente anhelo de

verdad que muy pocas veces se repitió en la historia. Ese deseo de verdad no se concentra en la

investigación empírica como en la modernidad, sino que se adentra en lo más hondo de la realidad

creada a la luz de la revelación para alcanzar una explicación integral y profunda. Es a través de la

quaestio , que constituye la estructura de la sumas, y a través del ahondamiento crítico y libre en las

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autoridades como los auténticos pensadores medievales articulan su pensamiento. No obstante, a

partir del siglo XIV todo esto se verán inmerso en un progresivo cambio cultural.

II. La imagen del mundo en la modernidad

22. La cosmovisión medieval comienza a desintegrarse en el siglo XIV. El proceso se va

desarrollando en el transcurso de los siglos XV y XVI y se consolida en una imagen bastante

definida en el siglo XVII12.

23. Uno de los campos en lo que se manifiesta más evidentemente el cambio cultural es,

según Guardini, el de la ciencia. El hombre de los inicios de la modernidad desea cada vez más

conocer la realidad natural directamente y experimentalmente sin cimentarse en autoridades. Es por

ello que se aleja de la tradición y recurre a las fuentes, en el caso de las obras escritas, o a la

experimentación, en el caso de la investigación física. La ciencia se constituye como una esfera

autónoma, desligada de la religión.

24. En el plano económico, la vida mercantil asociada a los gremios, característica en el

medioevo, se convierte en una actividad bastante libre vinculada a una moral muy flexible.

Progresivamente va surgiendo la economía liberal-capitalista en la que cada cual puede ser

propietario de todo cuanto pueda adquirir sin demasiadas restricciones.

25. En lo referente a la política, se perfila como una actividad autónoma en la que el fin es la

conquista, defensa y uso del poder. Guardini señala a Maquiavelo como el primero que defiende esta

postura. Por su parte, Thomas Hobbes elabora una teoría del estado que constituye a este como señor

y juez absoluto por encima de la vida de las personas y que considera las relaciones sociales como

una lucha de todos contra todos.

26. Poco a poco el universo comienza a ser considerado como ilimitado. Giordano Bruno no

solo piensa en un mundo ilimitado, sino también en un número ilimitado de mundos. Debido a los

descubrimientos astronómicos, la tierra ya no es considerada como el centro del cosmos y su

inmensidad suscita un gran deseo de exploración y de aventura.

27. Aparece además, la conciencia de la personalidad individual. Se da un anhelo por lo

extraordinario y un afán de grandeza, fortuna, fama y gloria. La noción de genio alcanza una notable

relevancia y la idea de hombre libre, autónomo e independiente se plantea como un magnífico

objetivo a alcanzar. Pero al mismo tiempo señala Guardini surge una evidente angustia existencial

en el hombre moderno, fruto del sentimiento de desamparo frente a la inmensidad del universo. Los

principios existenciales sólidos que constituían un punto de apoyo importante para el hombre

medieval la revelación, la moral cristiana, la oración, etc. , se desvanecen en la modernidad y ello

genera un profundo sentimiento de angustia.

28. Guardini considera que para entender mejor la transformación de la imagen del mundo en

la modernidad y los cambios expuestos anteriormente, es preciso ahondar en tres conceptos

fundamentales: naturaleza , subjetividad y cultura .

12 Cf. GUARDINI R., El ocaso de la edad moderna, en Obras I, Cristiandad, Madrid, 1981, pp. 53-69.

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29. Por naturaleza se entiende en la edad moderna, la totalidad de las cosas con anterioridad a

toda acción transformadora del hombre sobre ellas. Expresado con otras palabras, la naturaleza es el

conjunto de cuerpos, seres, leyes, fuerzas, energías que no han sufrido la intervención del ser

humano. Desde esta perspectiva, la naturaleza es muy valorada y todo lo derivado de ella se

constituye como norma. Lo natural viene a ser un criterio normativo para valorar lo existente.

Aquello que es natural constituye un valor en sí mismo. Como ejemplo de esto Guardini hace

referencia al hombre natural que presenta Rousseau en su pensamiento y a la belleza natural del

arte clasicista. Algo similar sucede con la noción de antigüedad. Lo antiguo constituye algo válido

para todos los tiempos. Surge así el concepto de lo clásico . Lo natural y lo clásico son criterios

normativos análogos.

30. Guardini destaca que en la edad media la naturaleza era considerada como un todo

ordenado creado y gobernado por Dios; y la antigüedad, una introducción preparatoria para la

revelación cristiana. En la modernidad, en cambio, naturaleza y antigüedad clásica son

elementos autónomos, valiosos en sí mismos, sin necesidad de remitirlos a Dios.

31. Para el autor de El ocaso de la edad moderna la noción de subjetividad se presenta en la

modernidad como una estructura humana en desarrollo por su propia capacidad e iniciativa que debe

ser comprendida desde sí misma. Aparece el concepto de sujeto , el cual constituye el soporte de

los actos admitidos como válidos, tiene carácter autónomo, existe en sí mismo y fundamenta en sí la

orientación de la vida del espíritu. Resulta evidente que aquella idea del hombre como criatura e

imagen de Dios y cumplidor de la voluntad divina, no tiene ya el lugar fundamentalísimo que tenía

en el mundo medieval.

32. Entre la naturaleza y el sujeto humano se ubican los actos y las obras de este último.

Surge así el tercer concepto que Guardini considera fundamental en la modernidad: la cultura .

Mientras que en el mundo medieval las pinturas, las imágenes, la arquitectura y otras

manifestaciones culturales servían para glorificar a Dios o como medio para elevar a Él el

pensamiento, en la modernidad la cultura es la creación propia del sujeto humano. El calificativo

creador aplicado a Dios se traslada, en la edad moderna, al hombre. Él es el artífice principal que a

partir de la ciencia desarrolla la técnica y con ella puede dominar la naturaleza y ponerla a su

servicio.

33. De esta manera, en la medida en que el hombre moderno considera el mundo como

naturaleza , lo convierte en algo cerrado en sí mismo; al tomar conciencia de su subjetividad , se

erige como señor de su propia existencia; y en el afán de cultura , emprende la tarea de construir la

existencia como obra exclusivamente suya.

34. Para terminar sus reflexiones sobre el mundo de la modernidad, Guardini se pregunta

sobre el lugar que ocupa en este la revelación divina y la fe, y responde que evidentemente fue

surgiendo una actitud indiferente y a veces hostil hacia la doctrina cristiana. Dios pierde su puesto

porque el hombre es colocado en el centro. Esta situación conduce a que muchos cristianos adopten

una posición defensiva y produzcan en gran medida una bibliografía de orden apologético. El mundo

moderno se manifiesta muy distinto al mundo medieval.

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III. Una nueva imagen del mundo

35. Guardini comienza la última parte de su libro13 afirmando que la modernidad toca a su fin

y que pueden divisarse sus fronteras. Aclara que su visión no es el resultado de sentimientos de

decadencia y dramatismo, ni tampoco un anhelo romántico por el medioevo. La modernidad, a pesar

de sus límites, ha significado en muchos sentidos crecimiento y maduración para la humanidad. No

obstante, el fin de esta etapa se acerca.

36. Guardini advierte un cambio en las relaciones entre el hombre y la naturaleza en los

últimos años. Ya no se considera a esta última como una realidad de gran valor, buena y ordenada en

sí misma. El hombre actual ha sufrido una desilusión que probablemente esté relacionada con la

disolución de la idea moderna de una naturaleza ilimitada. Si bien la ciencia ha progresado y

ensanchado notablemente los horizontes, sin embargo, no deja de toparse con sus propios límites. En

la modernidad existía una gran confianza en la utilidad de la técnica para el bienestar de la

humanidad. No obstante, los seres humanos en la actualidad, lejos de una situación de bienestar,

experimentan un profundo sentimiento de soledad.

37. Así como la noción de naturaleza propia de la modernidad ha cambiado, también lo ha

hecho el concepto de subjetividad, según Guardini. El sujeto moderno, autónomo y artífice de su

propia existencia, deja lugar al hombre-masa , un fenómeno sometido a la ley de la producción en

serie que rige el funcionamiento de las máquinas. Los hombres se someten a lo impuesto desde

afuera, carecen de decisión e iniciativa propia y se sumergen en el anonimato. De esta manera se

convierten poco a poco en objetos, es decir, en piezas y engranajes de un inmenso aparato estatal que

les impide hacer uso conciente de su libertad14. El individuo termina muchas veces absorbido por las

colectividades y se pierde el valor de la persona inalienable, irreemplazable e insustituible. En el

ámbito de las relaciones interpersonales los seres humanos son tratados cada vez más como objetos

utilizables, tanto en el marco de las guerras, como en el seno de los gobiernos nacionales. Así como

se dominan, someten y utilizan los elementos de la naturaleza, de la misma manera se trata a las

personas, atentando contra su inconmensurable valor y dignidad.

38. La relación del hombre con la naturaleza que se vuelve indirecta y mediatizada por el

cálculo y el aparato, deja de ser una vivencia enriquecedora. Debido a esto el hombre pierde sus

caracteres propiamente humanos y se transforma, según Guardini, en un hombre no humano 15, es

decir, un ser en el que la esfera de las vivencias fecundas es reemplazada por el puro conocimiento o

por la mera acción.

39. El comienzo de la modernidad había significado para muchos el surgimiento de una etapa

cargada de promesas de un porvenir pleno. El avance de la ciencia y los descubrimientos realizados

representaron logros impensables en épocas anteriores. Paulatinamente los hombres de la

13 Cf. GUARDINI R., El ocaso de la edad moderna, en Obras I, Cristiandad, Madrid, 1981, pp. 70-120.

14 Resulta evidente que en este punto Guardini hace referencia implícita al nazismo alemán y al fascismo italiano que

unos pocos años antes de la publicación de El ocaso de la edad moderna, manifestaron su poder para manipular personas

y conducirlas a realizar atrocidades como las que tuvieron lugar en la segunda guerra mundial.

15 El mismo Guardini señala en una nota al pie de página que esta expresión no es muy feliz y que recibió numerosas

críticas. No obstante, confiesa no encontrar una expresión mejor.

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modernidad fueron embargados por un sentimiento de confianza y de optimismos sin igual.

Expresión de esto fue la vigorosa idea de progreso que postulaba un desarrollo ilimitado, creciente y

seguro para toda la humanidad. Pues bien, para Guardini aquella idea de progreso que contenía una

fuerza arrolladora en la modernidad, se ha desvanecido en la actualidad. Ya no existe aquella

desmedida confianza en el futuro, ya que por todos lados reina la duda y la sospecha respecto a un

porvenir mejor16.

40. Quizás la causa principal de todo esto se encuentre en que las erradas concepciones del

hombre que se plantearon en la modernidad manifestaron su inconsistencia. El hombre no se reduce

a la presentación que de él hacen los positivistas y materialistas. Para estos el ser humano no es más

que el fruto de la evolución de la vida animal que tiene su origen en las diversas mutaciones de la

materia. Tampoco el hombre es tal como lo ven los idealistas que, si bien lo consideran un ser

espiritual, lo identifican con el Espíritu Absoluto y aplican a este el concepto de evolución. De esta

manera, el proceso del Espíritu Absoluto constituye el curso de la historia y el hombre forma parte de

él sin que tenga lugar la libertad y la singularidad propia de cada persona. Por último, la concepción

del hombre en el existencialismo no es menos desacertada. Según este planteo, el ser humano carece

de esencia, es absolutamente libre y se determina en todo así mismo, incluso en cuanto a su ser17.

41. Para los hombres de la modernidad el creciente incremento de poder y de dominio

representaba en sí mismo progreso, aumento de seguridad y de bienestar, plenitud. No lograban

advertir que el poder es algo ambiguo, dado que puede operar para el bien como para el mal, puede

construir o destruir. El resultado depende del uso que se haga del poder. En el transcurso de la

modernidad el poder del hombre se ha incrementado considerablemente, pero la responsabilidad y la

madurez en el ámbito de la moral no crecieron proporcionalmente. Dicho con otras palabras, junto al

desarrollo del poder por medio del avance científico-técnico no se dio un desarrollo semejante de la

responsabilidad de los hombres. Esto constituye un gran riesgo en la actualidad, pues el hombre

domina la naturaleza pero no domina su capacidad de dominar. El poder ya no es poseído y utilizado

por el hombre sino que se ha tornado una realidad autónoma que, en cierto modo, posee y somete al

hombre.

42. Guardini considera que el futuro estará marcado por dos rasgos fundamentales: el riesgo y

el temor. Así como el hombre primitivo se encontraba inseguro y temeroso ante una naturaleza

indómita y no comprendida, el hombre del futuro también se sentirá inseguro y temeroso, pero no

ante la naturaleza, sino ante sus propias construcciones culturales. Al no dominar su propio poder,

crece el sentimiento de riesgo y de inseguridad en el ser humano. Es por ello que el problema central

en torno al cual girará la tarea cultural del futuro y de cuya solución dependerá la vida o la muerte, es

el problema del uso del poder.

16 Nótese la similitud de estas reflexiones de Guardini con las ideas, posteriores a él, de los pensadores de la

posmodernidad, referentes a la caída de los grandes relatos de la modernidad y a la existencia de una modernidad

líquida . Cf. LYOTARD J. F., La condición postmoderna, Cátedra, Madrid, 1998; BAUMAN Z., Modernidad líquida, F.

C. E., Bs. As., 2002. Véase también MARDONES J. M., Posmodernidad y cristianismo, Sal Terrae, Santander, 1988;

GONZÁLEZ CARVAJAL L., Ideas y creencias del hombre actual, Sal Terrae, Santander, 1991.

17 Las concepciones del hombre planteadas brevemente por Guardini parecen referirse implícitamente al pensamiento de

Marx, Comte y Darwin, al pensamiento de Hegel y al planteo de J. P. Sartre, respectivamente.

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43. Lo que se requiere para lograr una recta utilización del poder es el desarrollo de ciertas

virtudes fundamentales. Según Guardini la virtud básica que se requiere es la veracidad, pues por

medio de ella el hombre evitará engañarse a sí mismo en lo referente a sus intenciones con el

desarrollo del poder. Lejos de autoconvencerse de que más poder representa inmediatamente más

progreso, la veracidad le facilitará una mirada sincera y realista sobre sus propias acciones.

44. Otra virtud fundamental que se requiere es la fortaleza. Esta virtud será útil para no

desfallecer frente a las dificultades y permanecer firme en los principios morales frente al desorden y

el caos de opiniones y propuestas falaces.

45. Por último, Guardini señala como virtud de vital importancia el autodominio. Es preciso

que los hombres desarrollen un dominio de sí, aprendan a ser dueños de sí mismos y controlen su

poder sin que este los controle a ellos. Los humanos deben asumir su condición de seres libres

discerniendo entre lo justo y lo injusto, los medios de los fines, lo conveniente para un desarrollo

integral de lo que no lo es.

46. Al llegar al final de su trabajo, Guardini reserva un espacio para referirse a la religión.

Después de señalar como se transformó la relación del hombre con Dios en el desarrollo de la

historia, reiterando algunas ideas desarrolladas anteriormente cuando se refirió al mundo medieval y

al mundo moderno, el autor de El ocaso de la edad moderna advierte que sin el aporte religioso, la

vida humana se convierte en algo similar a un motor sin lubricante: la piezas componentes se

desencajan y, debido a la fricción, no funcionan con precisión. Sin la religación con Dios la

existencia humana se desorganiza y pierde su orientación. Guardini piensa que la religión del futuro

tenderá a ser en gran medida un nuevo paganismo, una vuelta a la religiosidad de los antiguos, a la

mitología. Sin embargo, no se podrá olvidar ni dejar de lado el mensaje de Cristo, pues este tiene un

gran poder para transformar la existencia, tal como lo manifestó S. Kierkegaard. Los cristianos

deberán renovar su fe y mantenerse firmes frente a las dificultades. Guardini termina diciendo que

sus palabras no pretenden hacer un pronóstico apocalíptico barato y que si se ha referido a la

proximidad del fin, ello no debe entenderse en sentido cronológico sino es sentido sustancial. Esto

significa que los seres humanos están entrando en un tiempo de decisiones absolutas, de las cuales

pueden darse las máximas posibilidades como así también los riesgos supremos.

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Bibliografía

Fuentes

GUARDINI R., Das Ende der Neuzeit, Werkbund-Verlag, Würzburg, 1950.

GUARDINI R., Obras, Cristiandad, Madrid, 1981.

GUARDINI R., El fin de la modernidad. Quien sabe de Dios conoce al hombre, PPC, Madrid, 1996.

Bibliografía sobre Romano Guardini

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http://www.mercaba.org/Guardini/cartel_textos_sobre.htm

BORGHESI Massimo, El renouveau católico alemán y su crisis en la reflexión de Romano

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10

Guardini en http://www.mercaba.org/Guardini/cartel_textos_sobre.htm

LÓPEZ QUINTÁS A., Romano Guardini y la dialéctica de lo viviente, Cristiandad, Madrid, 1966.

LÓPEZ QUINTÁS A., Romano Guardini, maestro de vida, Palabra, Madrid, 1998.

LÓPEZ QUINTÁS A., La verdadera imagen de Romano Guardini, Eunsa, Pamplona, 2001.

LÓPEZ QUINTÁS A., La antropología relacional dialógica de Romano Guardini , en SELLES J.

F. (Ed.), Propuestas antropológicas del siglo XX (II), Eunsa, Pamplona, 2007.

RAHNER K., Alocución con motivo del octogésimo cumpleaños de Romano Guardini , en La

gracia como libertad, Herder, Barcelona, 2008.

SCHREIJÄCK T., Romano Guardini (1885-1968): su obra filosófica en CORETH E., NEIDL

W. y PFLIGERSDORFFER G. (Eds), Filosofía cristiana (Tomo III), Encuentro, Madrid,

1997.

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